¿Se puede educar el inconsciente?




¿Será entonces que cuanto más imposible la tarea, mayor resulta su popularidad?

Comencé a estudiar las posibilidades del “inconsciente cognitivo” a partir de una actividad de alto nivel intelectual: las matemáticas. Son el paradigma del pensamiento racional, que debería ser consciente hasta el escrúpulo, puesto que no puede dar ningún salto en el vacío. Pero la historia de los descubrimientos matemáticos nos dice otra cosa. Gauss, el mayor genio matemático de la historia, contó en una carta su descubrimiento de un complejo teorema de la teoría de números: “Hace dos días, lo logré, no por mis penosos esfuerzos, sino por la gracia de Dios. Como tras un repentino resplandor de relámpago, el enigma apareció resuelto. Yo mismo no puedo decir cuál fue el hilo conductor que conectó lo que yo sabía previamente con lo que hizo mi éxito posible”.

Esto me permite pasar del campo de las matemáticas al del arte, donde la ignorancia acerca de la fuente de las ocurrencias está mejor aceptada. Los creadores siempre han hablado de “inspiración”, de una voz que soplaba a los creadores sus ideas. 

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